CANTALLOPS, 1928 – BARCELONA, 2011 Hidalgo

Él mismo clasifica su obra en cinco periodos; Primera época 1953-1960, serie Expresionista 1961-1975, serie Pájaros 1976-1979, serie Materia 1980-1990 y serie Contactos, que comienza en 1991.

Hidalgo nos sitúa dentro de los misterios de la vida humana. Evoca el pasado, pero nos ofrece el presente que llevamos en nuestros respectivos interiores.

BIOGRAFÍA

Era hijo de Jacinto Hidalgo y Carmen Labrador, de la familia de «Hay Pitu», y vivió parte de su infancia y juventud en Cantallops.
Vivió también en Manlleu, Calella, Vallirana y Mamblas (Ávila), siguiendo los diferentes destinos de su padre, que era Guardia Civil, y los avatares de la Guerra Civil. Después de la guerra la familia fue a vivir a Barcelona y él pasó largas temporadas en Cantallops, con su madre y su hermano Jesús. De esta época recordaba sobre todo el hecho de ir a cazar pájaros con su abuelo. Hidalgo estudió en la Escuela de La Llotja de Barcelona desde 1952 y comenzó a exponer con éxito en diferentes exposiciones colectivas y, desde los años 60, también en exposiciones individuales en Cataluña, España, Francia, Bélgica, Alemania, EEUU y Japón.

Hidalgo pasó su vida adulta entre Barcelona y Tossa de Mar, donde llegó para un concurso de pintura rápida en 1970, que ganó, y donde pasó los veranos desde entonces y fue la fuente de inspiración de la mayor parte de su obra. Él mismo clasifica su obra en cinco periodos; Primera época 1953-1960, serie Expresionista 1961-1975, serie Pájaros 1976-1979, serie Materia 1980-1990 y serie Contactos, que comienza en 1991. Son famosos sus arlequines, faunos, grecos, cajas, collages, damas y bodegones que el galerista Juan Kreisler considera como «nueva figuración abstracta».

Haciendo un repaso de parte de su especial expresión e interpretación pictórica deberíamos mencionar las figuras esbozadas, el estampado decorativo, los modelos y materiales cotidianos, la fragmentaritat y esta oscuridad, esta sombra tenebrosa del negro omnipresente.

INTERPRETANDO LA REALIDAD

por Josep M. Cadena

Con sencillez y sin nunca dejar de admirar la valía de muchos otros pintores, Rembrant, Vermeer y el Greco son los pintores de cabecera de Joaquín Hidalgo (Cantallops, Alt Empordà, 1928). A sus estudios de Barcelona y Tossa, pegadas a la pared, frente a frente de los caballetes que utiliza para pintar, tiene reproducciones del hombre del casco de oro -dudosa la autoría, pero una gran obra- de la chica de la perla y del caballero con la mano en el pecho. Siempre las ve, las reproduce sin querer de ninguna manera imitarlas y nunca para de analizarlas. ¿Por qué lo hace ?, pregunto. Pues -creo que puedo responder- para encontrarse con él mismo, para sentir la luz que viene del interior de todo ser vivo y que él pone en sus cuadros como la expresión más preciada de su intensa voluntad creativa.

A pesar de que lleva muchos años como pintor -comenzó cuando tenía veinte y expone con continuidad desde que en 1952 hacerlo en la galería El Jardín de Barcelona- es esta la primera vez en la Sala Rusiñol. Es, pues, un pintor nuevo, aunque su firma sea de las consolidadas dentro de la actual pintura figurativa catalana, por dos razones: la primera y más accidental, porque ahora lo tenemos aquí; y la segunda, la trascendente, porque se trata de un artista que se renueva constantemente sin dejar de ser él mismo. Porque a primera vista saber que una obra es suya, ya que ha conseguido consolidar el estilo que mejor lo representa, pero siempre hay novedad en un trazo, en un color, en un fondo, en un bordado, en una luz que viene del fondo del cuadro que miramos y que lo hacen singular en relación con los demás, que también nos ofrecen sus particulares características cuando nos acercamos.

La obra de Joaquín Hidalgo viene de lejos y nos sitúa dentro de los misterios de la vida humana. Evoca el pasado, pero nos ofrece el presente que llevamos en nuestros respectivos interiores. Sabe sacar agua en sí mismo y de esta manera encuentra el sentido humano de la belleza que admira en su trilogía de grandes maestros.

Exposiciones

JOAQUIN HIDALGO

«INTERPRETANDO LA REALIDAD»