BARCELONA, 1942 Mejan

Gran estudioso del paisaje, sus obras hacen gala de una técnica que consigue imprimir un sello personal gracias al uso de una paleta de colores pura y rica de matices.

Los paisajes en sus obras son fruto de ritmos y pinceladas lineales que le permiten crear una pintura lírica y poética sin elementos anecdóticos.

BIOGRAFÍA

Nacido en Barcelona en 1942, se inició en las artes plásticas de forma autodidacta. Gran estudioso del paisaje, sus obras hacen gala de una técnica que, abstrayéndose de motivos superfluos, consigue imprimir un sello personal gracias al uso de una paleta de colores pura y rica de matices. Los paisajes en sus obras son fruto de ritmos y pinceladas lineales que le permiten crear una pintura lírica y poética sin elementos anecdóticos. Obras donde el dibujo es la base desde donde posteriormente Medio exhibe su paleta cromática matizada, llena de combinaciones de transparencias y opacidades, de forma que obtiene, con el aceite, efectos propios de la acuarela. Consigue planos cromáticos, producto de extraer del paisaje las líneas esenciales, creando horitzontalitats y verticalidades que coinciden en un punto de fuga, en un claroscuro o en una transparencia. Además de la pintura también ha trabajado la escultura. Su obra ha sido expuesta, principalmente, en España y Estados Unidos. Tiene realizados una tela mural de 2x2m el hall Gran Hotel Guadalpin de Marbella y un mural de 8×1,5m Escuelas Municipales de Sidi-Ifni. También ha realizado vidrieras como la que se puede apreciar en la Iglesia Parroquial de Castellcir. Le han sido dedicadas diversas publicaciones bibliográficas.

PRESENCIA Y PERSISTENCIA EN LA PINTURA DE MEJAN

por Josep M. Cadena

Con la fuerza comunicativa del color de Josep M. Mejan (Barcelona, ​​1942), la Sala Rusiñol nos ofrece una estimulante entrada a la nueva temporada artística que comienza. Fiel a su ya veterana trayectoria, la galería santcugatenca ha escogido para iniciar el otoño que se vislumbra y que debe dejar atrás los calores del verano, la obra de un autor plástico que sabe plasmar la energía de la tierra, del mar y de los cielos que nos rodean.

Pienso que se ha acertado en la persona, ya que Mejan, al que conozco y sigo desde hace más de dos décadas, es un pintor, dibujante y escultor que nunca decepciona con sus realizaciones. Creativo y siempre dispuesto a recoger los sentimientos que nacen de la contemplación de la Naturaleza, los refleja con una rotundidad de conceptos que emociona y nos hace sentir integrantes y partícipes de un Universo cuyo sentido queremos creer que es la mejora y la evolución constante hacia la perfección.

Cada uno de los cuadros de Mejan nace de un momento, de una situación concreta, de una voluntad de captar lo que el pintor ve. Pero esto es sólo el comienzo del proceso creativo, ya que después interviene la búsqueda de las esencias que escapan de la mirada vulgar y que requieren de la reflexión y la sensibilidad del artista para ser capturadas en la tela, y sin la presencia de las cuales la obra queda carente de alma y huérfana de vida. Y precisamente nuestro autor sabe salir triunfante de esta exigencia y ofrecernos unos trabajos en los que palpita el corazón de la eternidad más allá de la huidiza circunstancia.

Mejan pinta paisajes que son momentos anímicos y estados del alma. Las nieblas expresan confusión, trastorno por no saber dónde nos encontramos y qué camino hemos de emprender, y la luz es la alegría lograda cuando, gracias a la cabeza y al corazón, entendemos y amamos al mundo y a nuestros semejantes. El azul se ajusta perfectamente a las aguas profundas que esconden realidades que a la vez nos atraen y tememos descubrir, y el verde exalta la exuberancia y la diversidad de la vida. En definitiva, una lección magistral de lo que debe ser el cometido del artista, compacer estéticamente, emocionar y provocar la reflexión.

EL LATIR DE LA VIDA EN LA PINTURA DE MEJAN

por Josep M. Cadena

Mejan, mediante su sensibilidad para captar el color de la tierra virgen, transmite la magnificencia del entorno natural y ofrece el temblor de unos instantes en los que la mirada del pintor es un escalpelo que atraviesa la piel de la realidad y descubre los sentimientos que lo animan. Los cuadros que de nuevo ha realizado para esta exposición de la sala Rusiñol de Sant Cugat del Vallés, en los que exhibe la habilidad de artista al que es fácil dar a conocer lo que es trascendental, son un amplio camino para que nuestros espíritus transiten con alegría hacia el reencuentro del concepto de la belleza que impulsa la armonía de las formas.

La pintura de Mejan es una de las mejores demostraciones prácticas de que la vieja polémica entre la figuración y la abstracción está superada, pues sus obras demuestran que no debe desaparecer la primera para poder disfrutar de la segunda. Sus trabajos pictóricos, que apelan tanto a los sentidos como la inteligencia, captan las gradaciones de los verdes, los azules y los rojos de la Naturaleza, las ondulaciones que establece el viento sobre los sembrados, y los movimientos de las olas el mar y los grandes lagos. De acuerdo con la temática del paisaje, el pintor capta lo que ve, pero a la vez se proyecta en el interior de cada tema y extrae sentimientos que nos llegan. De este modo, su obra se convierte en una experiencia viva.

Estimar la pintura, cuando es tan sincera y abierta como la que nos presenta Mejan en esta muestra, es fácil y natural. Las contrariedades nos rodean, y tanto los problemas más cercanos como aquellos que parecen más alejados pero que la globalización mundial hace que nos terminen afectando, nos crean preocupaciones. Pero cuando contemplamos las obras pictóricas que ahora tenemos al alcance, sentimos una versión plástica del Cant espiritual de Joan Maragall que empieza con los versos Si el mundo ya es tan hermoso, Señor, si se mira / con tu paz dentro de el ojo nuestro, / qué más nos puede dar en otra vida? Esto es así porque la poesía cromática de Mejan, sencilla y compleja a la vez, espontánea y conjunto hija de una intensa meditación, consigue que sentimos el latido de la vida.

CHINA DE MEJAN Y LAS COINCIDENCIAS ANÍMICAS

por Josep M. Cadena

Josep Maria Mejan es uno de esos pintores a los que yo, modestamente, califico como reflexivos. Todos lo son en mayor o menor medida, ya que la pintura es un arte donde pesan más las vivencias interiorizadas que las sensaciones. Pero hay artistas que tienden a expresarse primero por lo que ven y, después, por lo que sienten en relación a las sensaciones que reciben. Hay otros -entre ellos Mejan- que se encuentran siempre dispuestos para captar las esencias de cada color y de cada instante y, después, expresarlo con unas coloraciones y con unas formas que nos actualizan los recuerdos que tenemos del que también habíamos visto o nos incitan a acompañar, a través de las miradas sobre sus cuadros, lo que él captó en sus viajes.

Este es el caso de la presente exposición, basada en los dibujos que hizo en un periplo que realizó por China y que, después, también plasmó en telas donde, como es habitual en él, nos presenta la conjunción entre la tierra y el cielo, la unión entre las realidades palpables y las voluntades imaginativas en la relación con el mejor de los mundos interiores.

Particularmente llevo años interesándome por la pintura de Mejan. Amigo de él -nunca he querido ocultar la amistad cuando ésta existe, ya que en mi particular caso no se encuentra nunca ningún tipo de interés comercial o promocional entre los artistas y mi humilde persona, sino coincidencias nacidas del intercambio de ideas y de vivencias creativas- considero que siempre procura plasmar la sublimación de la realidad con la que se encuentra o que persigue como una síntesis de lo que más allá nos espera como un premio por nuestra voluntad de superación.

Y así en China, país milenario que se adelantó con su cultura y modos de pensar a las naciones europeas que encontraron la manera de perpetuarse en el progreso de las fórmulas de la civilización de los inventos y de la técnica, la captó de inmediato por lo que tiene de lugar en el que cada persona puede ser ella misma si se lo propone de una manera cierta. Dejar de lado el folclorismo y se afirma en las convicciones que le son propias, pero también quiere entender y encontrar unas comunes maneras de sentir. De esta forma consigue, según me ha parecido entender cuando he visto la obra que ahora expone, China que lleva en el corazón y que ha encontrado en su interior un lugar para sus coincidencias y voluntades anímicas.