El 24 de abril, Maite Llongueras inauguró en la Sala Rusiñol su exposición Tibidabo 360º». Un título muy sugestivo: se refiere al clásico parque de atracciones que, situado en la cima de la sierra de Collcerola, ofrece una estampa única de Barcelona. ¿Los 360º? Aluden a las atracciones que elige la pintora: los tiovivos y las norias, cuya vida es dar vueltas y más vueltas sobre si mismos (los 360º), brindando un viaje de ilusión a la fantasía de los humanos.
La inauguración contó con dos discursos de presentación y crítica artística. El primero fue del Sr. Carlos Duarte, poeta y Director de la Fundación Ll. Carulla. El Sr. Duarte juzgó como un acierto el hecho de que Maite nos hablara de cosas importantes en un lengauje (las atracciones del Tibidabo) que nos invita a recordar y revivir. Así, por ejemplo, la sensación de desplazamiento que transmiten las obras de «Tibidabo 360º» -el tranvía azul, los caballitos- nos invita a comprender la naturaleza cíclica de nuestra propia existencia, inmersa en un movimiento que no es vertiginoso, sino pausado, lento y profundo.
El Sr. Carlos Duarte nos hizo otra que una buena parte de los cuadros de «Tibidabo 360º», además, muestran la ciudad (Barcelona) como telón de fondo: gris, inmersa en el tiempo. A pesar de que queda como paisaje de fondo, es justamente donde vivimos: la vida ciudadana, tocada de dolor, prisas, angustia… Pero, a la vez, hay un espacio que escapa de este ambiente cotidiano y que nos adentra en un mundo mágico, «un mundo fuera del mundo», donde los sueños se cumplen, donde las figuras que encontramos son atemporales y nos devuelven a nuestros recuerdos. El Tibidabo es uno de esos ambientes que nos permiten revivir los momentos mágicos de la infancia.
El Sr. Josep Mª Cadena, periodista y crítico de arte, ya habitual en las inauguraciones de la Sala Rusiñol, quiso destacar la pintura de Maite como expresión de la vida propia y colectiva, ya que las imágenes de las atracciones del Tibidabo captan realidades internas de la persona humana y remueven los sentimientos. A título de ejemplo, el Sr. Cadena recordaba cómo él -cuando era pequeño- conoció lo que era un avión viendo el que hay -desde siempre- en el parque de atracciones citado, y entendió la «cuadrícula» del plan urbanístico de Cerdà viendo Barcelona desde el Tibidabo.
Por otro lado, añadía el Sr. Cadena, la visión de los carruseles y de los caballitos -que suben y bajan- nos ayuda a interpretar un aspecto de la vida humana en su dimensión colectiva: las cosas bajan, pero también suben, y, por tanto, hay una esperanza de crecimiento y de perfección.
Maite Llongueras era la primera vez que presentaba una exposición dedicada total y exclusivamente al Tibidabo. Dos veces había estado en la Sala Rusiñol, la última de las cuales fue el año 2004. En aquella ocasión exponía marinas. Pero entre aquellos cuadros incluyó «por sorpresa» una imagen del parque de atracciones del Tibidabo. Tenía sus dudas para hacerlo, pero Victòria Cabanas le animó. Aquel cuadro fue muy apreciado (y comprado) y, después, ha sido el «detonante» para el tema de la actual exposición: «Tibidabo 360º». En la foto la vemos junto a Ignasi Cabanas.
En la Sala Rusiñol acostumbran a ocurrir felices casualidades (o «trampas», como dice su director, Ignasi Cabanas). Esta señora que vemos en la foto, Anna Vivancos, durante el turno de preguntas de los asistentes a la inauguración, explicó que hacía poco tiempo, para celebrar su cumpleaños, había realizado un capricho: ver salir el sol desde el Tibidabo. Después, como si se tratara de inmortalizar aquel recuerdo de Anna y de premiar su franqueza, en el sorteo de la nota de arte entre los asistentes, ella fue la ganadora. En la foto, Anna recibe la nota de arte de manos de Maite.
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