Hemos gozado del «Arriba y Abajo» de la abstracción figurativa de Tomàs Suñol. Un «subir» (por sutil abstracción) hacia recuerdos que cada uno recupera. Un «bajar» (por lograda figuración) porque esas sensaciones son sugeridas —en concreto y mayormente— desde rincones urbanos «vividos» por el artista. ¡Interesante experiencia! Si «una imagen vale más que mil palabras», en este caso «una visita vale más que mil imágenes»…
Es la hora de la verdad, es la hora de los «4 apuntes de… Tomàs Suñol». Así, en este espacio más intimista, Tomàs se defiende y dice no sentirse cómodo con la etiqueta asignada: abstracción figurativa. «La pintura y las artes son para liberarte, y, si te encasillas, entonces, pierde la gracia». —Tu estilo?: «No creo que sea tarea del artista el clasificarse. ¡Ya hay otros para hacerlo!».
Cualquier detalle puede servir como detonante para la «lectura» de Josep Mª Cadena: «¡Tomàs! Tomàs es el nombre de uno de los apóstoles. Un apóstol que no ha sido bien calificado dentro de la historia, porque dudó, porque no creía que Jesús hubiese resucitado y quería tocar la herida. Pero eso es una virtud. ¡El artista ha de dudar de la circunstancia que vive!; debe buscar algo que le ayude: quizá los sentimientos de los otros…». Desde luego, la obra de Suñol se ofrece desnuda a la percepción del observador: cada cuadro tiene algo que comunicar a cada observador.
Josep Mª Cadena: «Como ha dicho Cabanas, es la primera vez que Tomàs Suñol viene aquí. Pero no es la primera vez que pinta: hace muchos años que pinta. ¡Su padre es pintor! Siempre ha vivido entre pinturas y eso ayuda a la formación de las personas. Él pinta identificando las cosas por lo que son, por lo que representan y por la sensación que causan (…). Esos estallidos de luz: son del mismo pintor y con ellos recrea las formas».
Como siempre, en la Sala Rusiñol —después de escuchar al artista— el público asistente también tiene su oportunidad. Las intervenciones no se hicieron rogar y con franca espontaneidad —unos y otros— explicitaron lo que les sugerían las obras expuestas. En conclusión, es una pintura que gusta porque interpela: esos callejones, esos destellos de luz, esas sombras… a cada uno le trae sus recuerdos y le despierta sus sentimientos.
El sorteo de la nota de arte de Tomàs Suñol. La fortuna recayó en Miquel, amigo del artista. El comentario acerca de esa nota de arte fue inmediato: «Ha salido de Badalona y regresa a Badalona».
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