6 de junio: como quien dice, es el primer fin de semana de verano: ¡han llegado los primeros calores! Pero en la Sala Rusiñol, Dolors Curell nos ha traído aire fresco con los azules de sus mares y de sus costas casi tocando la noche: “Paisajes y luz”.
Dolors estuvo por última vez en la Sala Rusiñol hace cuatro años. Todavía no teníamos su perfil rápido. Cuando le preguntamos: ¿Un lugar de este mundo?: —¡El Maresme!, nos repondió. De hecho, es el lugar donde ha vivido toda su vida. He aquí una de las claves de su pintura. Ahora bien, se trataría de un Maresme al revés: frecuentemente, Dolors nos ofrece la vista de la costa catalana desde el mar, como si estuviera llegando en avión.
Josep Mª Cadena subrayó, en primer lugar, un rasgo de la pintora Curell que todos notamos ya a primera vista: ¡tranquilidad! “Vivimos momentos de tranquilidad, pero de una tranquilidad sólo aparente… Porque tenemos la sensación de que, por debajo, se mueven las cosas. Pero la pintura de Dolors nos tranquiliza: nos muestra que la naturaleza, aunque cambia cada día, es permanente.
Si bien a veces la exégesis propia del Sr. Cadena se atreve a ir más lejos de lo que el pintor tienen en su corazón, sin embargo, dicha interpretación ofrece un marco coherente al ojo del observador: “Esta llanura del mar de la pintora Curell es la afirmación de que, si nos mantenemos fieles a los principios, podremos tirar adelante. Desde dentro de una barca podemos mirar la tierra, una tierra —en cierta manera— prometida: si nos portamos bien, esta tierra nos dará fruto”.
Dolors nos ha explicado que su obra es de un estilo figurativo —en línea con la Sala Rusiñol—, con influencias de la pintura abstracta y también del impresionismo por lo que se refiere al trato de la luz. Su paisaje se muestra “humanizado”, ya que siempre incorpora algún elemento “arquitectónico”, aunque sea pequeño (unas lucecitas, unas pequeñas barcas, unas boyas, una ciudad vista de noche llegando en avión desde el mar…).
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