ESCATRON, 1958 Mateo
Con Mateo la pintura es un vínculo que se sitúa, mediante la estética, en un lugar superior de afectos entre los espectadores de cada cuadro.
En la mayoría de sus obras destacan las entradas de luz y las ventanas, que actúan de ojos a través de los cuales percibimos el exterior, la creación, el universo y que nos conducen a la dimensión exterior.
BIOGRAFÍA
Nacido en Escatrón (Zaragoza, 1958), en 1975 inicia sus estudios artísticos en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Barcelona y en 1976 ingresó en la Facultad de Bellas Artes Sant Jordi de Barcelona. En 1982 obtuvo la Licenciatura en esta Facultad y en 1988 superó las oposiciones libres de Dibujo como profesor numerario agregado de enseñanza de secundaria dentro del área de Educación Plástica y Visual. Realizó estudios de Doctorado en torno a «La representación del conocimiento anatómico en la iconografía científica y artística del cuerpo humano», en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona. Desde 1975, año en que celebra su primera exposición, nos ha mostrado su obra en varias salas, galerías, ferias de arte, certámenes y concursos de carácter nacional e internacional, obteniendo importantes distinciones. Sus trabajos siempre giran en torno al ser humano, presente, o no, gráficamente. Intuimos su presencia por los objetos que habitualmente utilizamos en nuestra vida cotidiana: butacas, libros, tazas, cafeteras, prensa, lápiz, signos… A destacar, en la mayoría de las obras, las entradas de luz y las ventanas, que actúan de ojos a través de los cuales percibimos el exterior, la creación, el universo y que nos conducen a la dimensión exterior.
LA PINTURA HONDAMENTE EVOCADORA DE JOAQUIN MATEO
por Josep M. Cadena
Recuerdo cuando, en noviembre de 2016, Joaquín Mateo expuso su obra en la Sala Rusiñol de Sant Cugat donde ahora vuelve, porque su bien trabajado intimismo despertó un notable interés, ya que, a pesar de representar escenas privadas, sabe hacerlas extensivas y participativas a todos aquellos que obtienen el placer de contemplarlas. Las habitaciones particulares con vistas al mar, donde los libros y los instrumentos musicales disponen de una notable presencia, tienen su contrapunto en los paisajes abiertos fundamentalmente pertenecientes a grandes ciudades.
La capacidad pictórica de Mateo es amplia y pulsa con acierto varios registros emocionales. Las estancias individuales apelan al refugio íntimo de la persona donde se lleva a cabo la reflexión y la actividad introspectiva, mientras que la calle es el espacio de socialización por excelencia y donde descubrimos la inabarcable variedad del mundo y de las realizaciones humanas.
El artista se encuentra a gusto en compañía de una biblioteca, de un equipo de música y de una copa de vino. Las palabras leídas cuentan historias y aportan conocimiento, las melodías musicales acarician el oído y estimulan la sensibilidad, y el producto de la uva da gusto al paladar y predispone el espíritu al placer.
A la vez, el pintor sabe que el exterior es la fuente de alimento de nuestro interior, es por eso que en los comedores y dormitorios de los cuadros hay una ventana que insinúa el próximo viaje a emprender. El destino puede ser una ciudad lejana y exótica, pero no necesariamente, pues para disfrutar de lugares que sobrecogen al visitante no es obligado recorrer miles de kilómetros, y cualquiera de nosotros tiene bien al alcance extasiarse frente a La Pedrera de Gaudí, el anfiteatro romano de Tarragona o, a un poco más de distancia, los molinos harineros del barrio del Jonquet en Palma de Mallorca.
El arte de Joaquín Mateo tiene la virtud de envolvernos tanto en una atmósfera íntima como de hacernos respirar a pleno pulmón en un espacio abierto, y sus cuadros, sólidamente estructurados, nos animan al viaje interior y exterior. Aceptemos de buen grado su invitación y dejémonos adentrar de su mano en una experiencia hondamente estética y enriquecedora.
LOS ESPACIOS IDEALES DE JOAQUIN MATEO
por Josep M. Cadena
El hogar es el refugio de la personalidad, el cobijo al abrigo de los condicionamientos sociales donde podemos ser nosotros mismos sin la presión del qué dirán, ya este espacio de privacidad dedica mayoritariamente Joaquín Mateo (Zaragoza, 1957) los cuadros que expone en la sala Rusiñol de Sant Cugat.
Las estancias íntimas que representa el artista están pobladas de objetos que retratan con más exactitud que los rasgos faciales a sus propietarios. Unas gafas encima de un libro abierto expresan el ansia de conocimiento que perdura a pesar del paso del tiempo que nos resta fuerzas y nos obliga a redoblar los esfuerzos si no queremos bajar el exigente ritmo que nos hemos impuesto en el camino siempre hacia adelante de la vida; una taza de café muestra el valor del placer reflexivo que está al servicio del individuo y que se opone al deseo descontrolado que engulle a su víctima en una espiral aniquiladora; y un violín y unas partituras reivindican que la existencia debe discurrir por unas pautas en que domine la sensibilidad.
Joaquin Mateo estima la alta cultura pero también las manifestaciones artísticas más populares, pues sabe que los dos ámbitos ofrecen obras de interés que satisfacen gustos igualmente legítimos, de ahí que en sus lienzos encontramos tanto una composición de Bach como un póster de un cantante de música ligera, libros y cómics, y prensa tradicional y periódicos gratuitos. A la vez, la letra impresa hace acto de presencia con mensajes que nos instan a ser felices, nos recuerdan que es ahora o nunca, y nos preguntan por con quien compartimos nuestro tiempo.
Pero a pesar de que a veces nos tiente recluirnos en nuestra esfera privada hecha a medida, tenemos que aceptar nuestra condición y responsabilidad de seres sociales y abrirnos al mundo exterior, aunque sea para recibir todo lo de bueno que este nos puede ofrecer y para aportar lo que buenamente podamos para hacer un lugar mejor. Por ello, a las pinturas de Joaquin Mateo, los balcones y las ventanas están abiertos y dejan ver una vista que puede ser tan encantadora como la ciudad de París o una cerradura de mar azul. La exposición se titula acertadamente Espacios de vida, ya que dos son los espacios que interactúan, el privado y el público. Y la lección que nos da Joaquín Mateo es que tenemos que cultivar el espíritu y la sensibilidad en el primer para transformar a mejor el segundo.
SOLIDARIDAD EN LA PINTURA DE MATEO
por Josep M. Cadena
Los interiores de Joaquín Mateo tienen la precisión de los detalles, pero también el sentido del conjunto. Nos hacen participativos con lo que él ha imaginado para unas personas que posiblemente nos sean conocidas, pero que sentimos cercanas. Nos identificamos con ellas por medio del recuerdo y por lo que nosotros mismos tenemos enlos diarios entornos. Con ellos sabemos lo que es verdad y la ficción de la pintura quedara segundo término en relación a aquello que es real gracias a los sentimientos que genera.
Recuerdo que ahora acaba de hacer tres años -un veintidós cinco de septiembre de 2009-tuve la oportunidad de presentar una exposición de Mateo en esta misma sala. Recuerdo que entonces me fijé en su apertura hacia los exteriores. Liatreien las armonías de la Naturaleza, pero no dejaba que éstas le hicieran perdreel su mundo de interiores. Continuaba tal como era, pero ampliaba su capacidad para entender las emociones. Considero que, para mí, no había cambiado de registro, sino que profundizaba en él de una manera más libre. Y ahora, cuando lo volvemos atrobar, me afirmo en ese criterio, ya que las experiencias obtenidas han estatpositives para continuar en la línea que llevaba con más matizaciones y finorsen los conceptos.
Un servicio de mesa como los que pinta Mateo nos dice muchas cosas sobre él y sobrela personas que lo han de utilizar en la cotidianidad. Porque no sólo describe con el máximo de realidad unos objetos, sino que les pone la fuerza emotiva delque se sabe que pertenece a unas formas de ser, motivos de relación afectiva encaraque ésta sea tan repetida que casi parece que no se sabe de ella hasta que se pierde por necesario cambio de hábitos, rupturas, traslados u otras causas. Los contactaran sutiles, pero estrechos y totalmente necesarios.
Con Mateo la pintura es un vínculo que se sitúa, mediante la estética, en un lugar superior de afectos entre los espectadores de cada cuadro. Nos sentimos a gusto ambells, pero también con las personas que nos acompañan en su contemplación .En una palabra, hay en ella el sentido positivo de la sociedad. Convive con nosaltresa través de ella y amplía nuestra inicial voluntad de entendimiento.