VALL DE BIANYA, 1966 Miquel Vilar

Pintor de espacios tranquilos y sosegados, ponerse delante de sus cuadros es como encontrar la armonía entre el cielo y la tierra.

Nos da el paisaje del Pirineo en dos versiones: en la de las montañas que suben hacia el cielo y que, a su vez, se reflejan en las aguas quietas de un lago.

BIOGRAFÍA

Miquel Vilar, nacido en la Vall de Bianya en 1966, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Olot y en la Escuela Mojón de Girona. Realizó su primera exposición en 1989, desde entonces se ha convertido en un nuevo valor dentro del paisajismo catalán. Un pintor que por sus dotes para la expresión plástica y por la singularidad de saber tratar su entorno con acento emocionado y personal, ha ido afianzándose, a lo largo de los años transcurridos, dentro de la mejor tradición del paisajismo.

LA TRANQUILA TRASCENDENCIA DE MIQUEL VILAR

por Josep M. Cadena

Miquel Vilar es pintor de espacios tranquilos y sosegados. Ponerse delante de sus cuadros es como encontrar la armonía entre el cielo y la tierra, con una línea, a veces, muy fina de mar que se encuentra en el fondo de la composición y sirve para ligar sin ningún trauma la composición que él ve, piensa y nos ofrece.

Como persona, el pintor nos parece igual como el que nos ofrece. No quiere hacer ningún tipo de ruido y nos habla en voz baja, pero con firmeza, convencido de que las raíces naturales de las que chupa todo lo que hace son las que le convienen a él y son las que debería tener todo el mundo. Sabe que estos son tiempos de turbulencias y de preocupaciones, pero quiere ofrecernos otras pautas que nos sirvan para superar la crisis de valores en la que nos encontramos desde hace años -de una manera u otra siempre, desde que era niño, me ha parecido que las cosas no funciona y que algunos aprovechaban de las circunstancias que ellos mismos habían provocado- y que ahora tiene el preocupante añadido de que nunca se sabe hacia dónde tenemos que ir y qué tenemos que hacer. Pero Miquel Vilar, que aunque parezca por el nombre y apellido a un autor ilustre en nuestra pintura, pero que nada tiene que ver con el pintor de los espesores de la Seo de Urgel y de las vacas resplandecientes del Maresme, también sabe beber en el manantial del agua pura y fresca del arte así como tiene un sentido de la orientación que le hace seguir la veta verdadera de la buena pintura.

Como ocurre en el mito de la caverna de Platón, Miquel Vilar nos da el paisaje del Pirineo en dos versiones: en la de las montañas que suben hacia el cielo y que, a su vez, se reflejan en las aguas quietas de un lago .Quines son las más verdaderas? Podríamos decir las primeras, y el acertaríamos desde el sentido de la física geográfica, pero espiritualmente son las segundas, las que él ve y ama en su representación hacia el interior del pensamiento. Tal vez la realidad es mejor a efectos prácticos, que la idea, pero esta es la que perdura y nos hace sentir que somos seres humanos que pensamos, amamos y queremos una trascendentalitat que nos lleve a otra vida.

Deseo que contemplen los cuadros de Miquel Vilar con tranquilo sentido de la profundidad. Si quieren, pueden ponerse en ellos con la mirada y sentirse arropados por ellos, sin nunca sentir el sol que pica o el viento que sopla. Sirven para saber cómo somos, pero, especialmente, para sentirnos en tránsito hacia nuevas y mejores situaciones.

Exposiciones

MIQUEL VILAR

«EN UN SUEÑO»

MIQUEL VILAR

«PAISAJES ESENCIALES»