BARCELONA, 1964 Núria Vallès

Gracias al color su sensibilidad, siempre activa cuando se trata de servir a la voluntad colectiva de encontrar nuevas metas para el espíritu, se manifiesta de una manera altamente convincente.

Pintora que dispone de una sólida formación en el aspecto académico, tanto en filosofía como en arte, y que no se ha dejado dominar por la especulación intelectual ni por la representación exclusiva de la realidad tangible.

BIOGRAFÍA

Nace en Barcelona en 1964. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Navarra (1987), en 1991 obtiene una beca para la Academia de Finlandia (Helsinki) y un año más tarde ejerce de investigadora asociada en la Universidad de Glasgow (Escocia).

En 1990 se incia el mundo de la pintura. Estudió dibujo en la Universidad de Helsinki, acuarela a la de Glasgow y, posteriormente, aceite en la Academia-Taller Esfera de Arte de Sant Cugat. En 2005 trabajó el paisaje urbano con Manuel Ruiz Ortega, catedrático en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.

Ha realizado diversas exposiciones, tanto individuales como colectivas, dentro y fuera de nuestro país. También ha obtenido premios como: Premio Cartel del Concurso de Pintura Rápida Francisco Cabanas Alibau, Sant Cugat del Vallès, en el año 2000; Segundo Premio Europa 2006, Galleria d’arte moderna Alba (Italia), Beca del Ministerio de Cultura para la promoción de artistas españoles; Primer Premio X Concurso de Cámara de Comercio de España en Francia y Colegio de España en París (2008).

NÚRIA VALLÈS

por Josep M. Cadena

El color -es decir, la luz- es el gran hallazgo de Núria Vallès como pintora. Gracias al color su sensibilidad, siempre activa cuando se trata de servir a la voluntad colectiva de encontrar nuevas metas para el espíritu, se manifiesta de una manera altamente convincente. Ante sus cuadros -cuando esto escribo pienso, en especial, en el que titula Despertar y que representa la aglomeración urbana de la ciudad de Barcelona- no sentimos ningún miedo al público municipal y Espeso que diría Rubén Darío, sino que sentimos la alegría de cómo una diversidad de caracteres sabe encontrar el gozo de una tarea en unión sin nunca renunciar a la propia identidad. Y, aún más; con la conciencia de la Naturaleza que debemos respetar -los árboles que encontramos en primer término-; el trabajo que nos dignifica -las chimeneas y los edificios más altos-; la espiritualidad religiosa de una torre -que resume las del templo de la Sagrada Familia; y el sentido cósmico del mar, la montaña y el cielo.

No quiero entretenerme en la descripción de los cuadros de Núria Vallès en esta exposición que ahora presento. El catálogo nos da idea de unos cuantos y la exposición, que abre una nueva temporada en la Sala Rusiñol y que considero necesario visitar, nos dan suficientes motivos para que cada uno encuentre sus propias motivaciones interpretativas. Me interesa más intentar dar una visión de conjunto sobre una pintora que dispone de una sólida formación en el aspecto académico, tanto en filosofía como en arte, y que no se ha dejado dominar por la especulación intelectual ni por la representación exclusiva de la realidad tangible.

Nuria Vallés tiene el ánimo viajero y la capacidad de interesarse por todo con la sonrisa a flor de labio. Hace fácil la comprensión del entorno que pinta, ya que la quiere por las virtudes humanas que ve en él. Sabe que el ideal se encuentra más allá de la materia y quiere formar parte de él cuando le llegue la hora, pero también piensa que el camino para llegar a él es necesario que se haga con alegría y por medio de la comprensión de lo que nos ofrece el día a día. Del mismo modo que en el entorno natural hay muchas cosas hermosas, también en el proceder humano y en las realizaciones de nuestra sociedad es factible entender que por encima de los defectos se encuentran las virtudes. Y con este loable espíritu pinta y nos transmite mucho más que sensaciones: una razonada y bien sentida manera de vivir en permanente crecimiento interior.

Exposiciones

NÚRIA VALLÈS

«AGUAS DE EUROPA»