MORGES LAUSANNE, 1970 Rafael Valentino

Los paisajes de Rafael Valentino nos llevan a entender mejor la armonía con la que hay que avanzar en el conocimiento de nosotros mismos en los entornos que nos sean propios.

Poseedor de un carácter serio y constante encontró que el academicismo y sus normas el limitaban demasiado dentro del realismo hacia el que se sentía llamado.

SENTIMIENTOS ARMÓNICOS EN LA OBRA DE RAFAEL VALENTINO

por Josep M. Cadena

Circunstancialmente nacido (1970) en una pequeña ciudad suiza, situada en una de las orillas del lago Leman, Rafael Valentino a los dos años de edad ya se encontraba en Granada. Andalucía ha sido, pues, su lugar natural de crecimiento dentro de su tendencia natural -puesta de manifiesto desde muy pequeño- hacia la pintura. Pronto quedó patente que disponía de calidades y de habilidad, virtudes que le fueron muy útiles para insistir en su particular voluntad de hacerse pintor por él mismo. Poseedor de un carácter serio y constante -muy de lo que se dice sobre la gran comunidad andaluza obedece al tópico y, en concreto los granadinos se distinguen por su autoexigencia y su equilibrio humano- encontró que el academicismo y sus normas el limitaban demasiado dentro del realismo hacia el que se sentía llamado. Y aunque valoraba muy positivamente la capacidad de avance de diferentes artistas contemporáneos europeos -siempre ha expresado que Klimt y Kolo Moser el influyeron en cierto modo en sus primeras etapas- quería encontrar sus propias raíces. Y estas las iría descubriendo a medida que pintaba sus entornos granadinos.

Creo que tenemos que valorar muy positivamente la presente exposición. Y en primer lugar deseo destacar el interés que desde la Sala Rusiñol sus directores, Ignacio y Victoria Cabanas, han puesto para que Sant Cugat tenga casi la primicia en presentar a este pintor granadino. Y en lugar principal -Rafael Valentino es el indiscutible protagonista de la muestra- hay una obra que, basada en el sentido terrenal del paisaje que la rodea, tiene la amplitud de las visiones marinas. Y es que de una manera lejana, dada la corta edad que entonces tenía, el nacimiento en Morges, junto al lago Leman como ya he dicho al principio, dejó en él -así lo interpreto, consciente de que es una idea que necesita ser aprofundida- los sentimientos de inmensidad y de constante crecimiento en la voluntad de belleza.

Los paisajes de Rafael Valentino nos llevan a mejor entender la armonía con la que hay que avanzar en el conocimiento de nosotros mismos en los entornos que nos sean propios.

Exposiciones

RAFAEL VALENTINO

«PAISAJES EN CALMA»