OSCA, 1938 Sanagustín
Sabe percibir la gracia de los cambios atmosféricos como estímulos para renovación interior de las personas.
Nunca se cierra en los muchos recursos que domina, sino que siempre está abierto a la experimentación.
BIOGRAFÍA
Nacido en Huesca en 1938, estudió en la Escuela Massana, y en 1973 se graduó en la Llotja de Barcelona. Fue discípulo de Juan Torras Bach quien le enseñó la técnica de la acuarela. Desde el año 1976, fecha en que realizó su primera exposición individual en Sabadell, continúa exponiendo hasta la actualidad. A nivel internacional lo ha hecho, entre otras ciudades, en París o Nueva York. Encontramos obras suyas en colecciones privadas del Banco de Sabadell y del Banco Bilbao y el Rectorado de la Universidad de Navarra. También en la Pinacoteca Municipal Legado Francesc Galí de Palamós. En 1996 obtuvo la Medalla de Plata de la Agrupación de Acuarelistas de Cataluña. Entre los paisajes que más le gusta captar se encuentran los del Pirineo. Nunca tiene suficiente cuando se trata de profundizar en aquellos ambientes naturales que más quiere. Por regla general los ve con colores muy intensos y dentro de una atmósfera de singular fluidez. El agua es su gran colaboradora y siempre le acepta las pigmentaciones más osadas, porque los sabe dar unas ambientaciones que nunca quedan forzadas o al margen de lo rítmico. Una de sus características como pintor es que nunca se cierra en los muchos recursos que domina, sino que siempre está abierto a la experimentación.
SANAGUSTÍN Y LA PUREZA DE SENTIMIENTOS
por Josep M. Cadena
Todo en lo que otros artistas, voluntariosos y conocedores del oficio, podría ser recurso, a la pintura de Xavier Sanagustín es camino para captar emociones humanas en el paisaje. Practica el oficio, en el que tiene ampliamente acreditada la experiencia, con intenso sentido de superación ante las dificultades emotivas. Creo que nunca ha pintado nada, fuera a la acuarela o al aceite, sin sentir primero la llamada de lo hermoso por sí mismo porque, antes de todo, es el adecuado al ambiente de armonías creativas que él busca. Basta sabe que la estética va con el pintor y que el alma de este es la que consigue dar forma a los temas, pero desea encontrarlos en medio de la Naturaleza en las diferentes épocas del año, convencido de que si esta sabe conservarse tal como es dentro de un superior sentido del equilibrio de las formas, también el ser humano, tan cambiante y voluble, tan dado a todo tipo de pasiones, puede encontrar el sentido de la ataraxia que ya buscaban los verdaderos sabios, tanto en la Grecia clásica como la Roma creativa, que todavía son nuestros referentes más exactos.
Nacido en Huesca, pero muy pronto integrado en Cataluña, Xavier Sanagustín demostró desde muy joven su temperamento artístico. Un acuarelista tan notable como fue Torras i Bachs, del que ahora se habla muy poco, pero que fue un maestro con su obra personal y con la docencia, moldeando su evidente capacidad para el dibujo y el color. Y él ha demostrado siempre que la mayor virtud se encuentra no tanto en el saber hacer lo que ya conoces, sino en encontrar la manera de siempre avanzar con nuevas experiencias.
Todo aquel que haya practicado el excursionismo por nuestras tierras y que conozca la amplia obra de Sanagustín es testigo de que vaya donde vaya, un día y otro se puede encontrar en vivo lo que él nos dice con sus pinceles. Y no sólo en la representación gráfica de un paisaje en momentos clave del cambio de las estaciones, que ahora van un poco descabelladas, sino en la significación que tiene en relación con los más íntimos pensamientos sobre la comunión del ser del hombre en todo el proceso de la Creación.
La mirada de nuestro pintor tiene la singularidad de que todo lo que es fruto del proceso de los siglos en nuestro entorno, coge acentos nuevos y nunca nos deja indiferentes. Sabe percibir la gracia de los cambios atmosféricos como estímulos para renovación interior de las personas. Yo diría que con natural humildad, sin nunca creer que hace algo excepcional, se integra en cada obra y hace que el conjunto desde las que luego expone, como ocurre en la presente ocasión, sea una sinfonía de puros sentimientos.