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“4 apuntes de… Josep Mª Cadena”

Respuestas rápidas del artista, sin «buscar 3 patas al gato»

Tú? (nombre completo; población y año nacimiento; y lo que quieras): A mí me llaman Josep Mª Cadena Catalán. Nací en Barcelona el 6 de septiembre del ’35; en el barrio del Ninot, allí donde están el Hospital Clínico y los bomberos. Conocí el final de la guerra y la inmediata postguerra. Era cuando por la calle Muntaner subían y bajaban los tranvías; yo soy anterior a los autobuses.

Primera formación: Me llevaron al Colegio de San Miguel, de los Misioneros del Sagrado Corazón. Fui un chico un poco rebelde, pero sin caer nunca en el peligro de que me expulsaran: ¡siempre me andaba por la frontera! Incluso fui monaguillo: yo sabía ayudar a misa en latín. Incluso di a mis compañeros unos cursos de preparación para ser monaguillos.

Estudios superiores: Acabé el bachillerato con el último examen Estado y comencé Derecho. Pero había problemas familiares: en casa no podíamos aguantar una carrera de cinco años. Además estaba la incerteza del trabajo, pues al acabar la carrera sólo podría ejercer de pasante, es decir, sin cobrar.

El salto al periodismo: Opté por ir a la Escuela Oficial de Periodismo, que había establecido sus cursos en Barcelona. ¿Por qué lo hice? Uno siempre escoge las cosas más fáciles de hacer; y la tendencia del ser humano es la de no hacer nada. En el colegio había demostrado que, entre mis compañeros de clase, yo era el que ponía mejor el sujeto, verbo y complemento directo. Era el que leía más, tenía una cierta preocupación literaria y pensé que el periodismo podía ser eso. Fueron dos años en Barcelona i uno en Madrid: la Dirección General de Prensa en aquel momento, Don Juan Aparicio López, decía que los catalanes hemos de estar también en el rompeolas de Madrid. Yo le dije que aquí también teníamos rompeolas, pero eso no le sentó muy bien.

Comienzo de la etapa profesional: hice practiques a la Agencia EFE de Madrid. Después me trasladaron a Barcelona. Seguí en EFE, simultaneando con el «Diario de Barcelona». Entré como redactor. Consideraron que podía organizar el trabajo de la gente y me hicieron jefe de sección.

Asociacionismo periodista: Nos comenzábamos a mover y fui uno de los fundadores del grupo democrático de periodistas. Teníamos que dar una nueva visión: no como correa de transmisión del poder hacia el público, sino del público hacia el poder. No entraba en discusiones políticas, pero sí que es verdad que no estaba de acuerdo con la situación del momento.

La agencia EFE quería despedirme… Me liberó de estar en un órgano más o menos oficial. Continué en el «Diario de Barcelona». De allí me llamaron como miembro de la junta directiva de la Asociación de la Prensa. Empecé a dar unos cursos en Facultad de Ciencias Información de la Universidad Autónoma.

«Baile» periodístico: Después fui llamado por los fundadores del periódico «Avui». Empecé como subdirector, pero después no nos entendimos: en teoría estábamos abiertos a todas las tendencias, pero —más tarde— por razones de afinidades políticas de ellos y por necesidad de dinero tendían hacia Convergencia… Fui despedido del «Avui». Me contrató «El Periódico» con función de relaciones públicas. Empecé a escribir allí.

Crítico de arte: «El Periódico» no tenía sección de arte. Pensaron en mí, por cosas que yo había escrito y por los premios que tenía: el Premio Ciudad de Barcelona de Periodismo, la Creu de Sant Jordi… Me dieron la Creu por la objetividad —decían ellos— de mis críticas y por el sentido erudito que yo añadía: yo he intentado siempre que la gente no vea sólo una exposición —buena o mala según mi criterio—, sino que vean el contexto de las informaciones.

Fui también director del «Full del Dilluns» para liquidarlo (¡mi vida todo son liquidaciones!). En fin, continué con «El Periódico». Hice editoriales, reportajes…

La jubilación: Al final llegué a una edad en la que los propietarios pensaron que yo ya podía vivir de la jubilación. Continué como ahora haciendo una crítica de arte, un poco los martes, un poco más los viernes… Intentando trabajar a favor de las cosas que me gustan, que son la investigación histórica, la difusión del arte e intentar que se vea que los ciudadanos, aun con nuestros muchos intereses, tenemos una manera de ser que nos ha de llevar a ser colaboradores los unos de los otros.

En resumen: Lo puede resumir todo diciendo «nació tal día y todavía vive». Mi esposa: Mª del Carme Caparrós. Tenemos dos hijos: Jordi y Oriol. El mayor, Jordi, vive en casa: está enamorado de la nevera. El otro trabaja, encontró una chica y están casados por la hipoteca del piso, que es la cosa más dura y persistente que puede haber en este mundo.

Una virtud tuya a destacar?: La sinceridad.

Un punto flaco tuyo a reconocer?: El miedo a hacer daño.

Tu plato preferido? (para quien desee invitarte): La sopa. En concreto, de fideos finos, con un huevo…

Un recuerdo de tu vida?: El recuerdo más grande: la sensación de que me engañaban porque a los 9 años un niño me dijo que existían los «Reyes Magos». Yo no me lo creía y me peleé con él. Y mi madre cayó en el error de decirme que sí. Al cabo de dos días yo ya sabía la verdad. Eso me creó un cierto sentido de no fiarme ni de mi padre.

Un lugar de este mundo?: ¡Barcelona!

Un libro?: Es muy difícil. Yo tengo 22.000 libros en mi biblioteca. Destacaré dos temas: las memorias y las historias.

Un escritor?: Azorín.

Del «séptimo arte»: una película?: «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», de Rodolfo Valentino.

Una afición?: Leer.

Un sueño?: No sueño mucho. Sueño que no llego a hacer todas las cosas que quisiera, pero después me despierto y veo que sí. Porque a lo que no llego lo dejo estar…

Qué es el arte?: Es algo muy amplio: arte de vivir, de convivir, de hablar, de escuchar…; hay en el fondo un arte de encontrar sobre todas las cosas de la vida una armonía de las facetas que le corresponden al ser humano.

Para Platón, la belleza es la llamada de otro mundo para rescatarnos de la caverna donde vivimos: (qué te parece?): Me parece muy bien. A veces lo he comparado con los entes bailan delante de la caverna ante una hoguera de modo que nosotros vemos sólo las sombras. Pero en estos tiempos, a pesar de que hace mal tiempo a veces, salimos fuera vemos cómo son los arquetipos.

Te has encontrado con la Belleza (así, en Mayúscula)?: He visto muchas cosas bonitas. Siempre hay la sensación de la belleza: una gran caída del sol o una salida del sol por la mañana es bonita por esencia, pero lo que es más bonito es el recuerdo de lo que has visto.

Tu maestro?: Las personas que sufrieron injustamente. Yo soy del ’36: el final de la guerra me marcó. Oí hablar de toda la gente condenada a la cárcel, de aquellos a quienes no se les daba trabajo, de los que callaban. Yo pensaba que eso no podía ser.

Te identificas con alguna escuela de pintura?: No, no, no, porque me abro a todas las maneras. Las escuelas son caminos para llegar al final, y a mí me interesa más este final que el proceso.

Un pintor que admiras?: Muchos. Muchos. Admiro tanto una obra Velázquez, como otra de Goya, de Picasso y… también de Kandinsky. Es como los santos: entre tantos que hay en el mundo que son arquetipos, uno se adhiere a uno u otro, pero todos te hacen el milagro.

Tu primer recuerdo del mundo del arte?: Un pintor llamado Stohecker, amigo de la familia. Les dio un catálogo de una exposición que él hacía en la Sala Windsor de Barcelona, que ya no existe. Yo, que todavía iba con pantalón de golf, fui allí. Y me quedé maravillado ante un cuadro muy grande, que quería imitar La maja desnuda de Goya y que, en realidad, era Carmen del Lirio, que entonces era muy famosa. Me impresionó que hubiese alguien que pudiera captar por dentro a las personas; que explicara no sólo la piel, sino también la fuerza de aquella mujer.

Tu primera alegría en el arte?: Que reconocieran en «El Periódico», incluso antes en «El Diario de Barcelona», que yo realizaba una tarea útil. Empecé en «El Diario de Barcelona» la sección titulada «Gente de pluma y lápiz» en la que hablaba de mucha gente; cada semana una persona e intentaba recuperarlos hacia la sociedad de aquel momento. ¡Que alguien me reconociera eso, me ayudó!

Tu primera exposición?: No hace falta transformar la pregunta. ¡Me he expuesto muchas veces! Las primeras críticas que salieron fueron en «El Diario de Barcelona», porque había el «crítico oficial», D. Alberto del Castillo, que era catedrático de la universidad, especialista de arqueología. Él consideró que yo podía suplirle en algunas determinadas exposiciones. Eso me dio otra visión sobre la gente de Barcelona.

Tu estilo?: ¡Yo creo que sí tengo un estilo! Intento dar noticia sobre las cosas; que el lector sepa que las cosas existen. Después trato de darle unas líneas de interpretación. Juego siempre a que la exposición «esté abierta», para recomendarle al lector que la vaya a ver y, si lo hace, pueda disentir de mí. Porque pienso que, aunque disienta, si hablásemos alguna cosa encontraríamos en común.

Tu color?: El verde.

Tu tema?: ¡Comunicar! Todo lo que sea referirme a los otros diciéndoles lo que yo creo que he visto, no por orgullo, sino por aportar.

Nos dices algo más? (lo que quieras de lo que quieras): Buenaaasss!!!

Alguna otra pregunta? (que deseas que te hagamos): ¡No!

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