Mes de febrero, mes de Antoni Vives Fierro. Tarda en venir, pero acaba regresando: en febrero, como en los anteriores años, ¡justo a mitad de temporada! Este año lo hace “rompiendo” con todo lo anterior, dice Ignasi Cabanas. La exposición “Ropa tendida” da testimonio de un Vives Fierro que se reinventa: de los collages de paisajes urbanos, pasando por las muñecas, ha llegado a los monigotes. Todo tiene una explicación….
El pintor ha aprovechado esta inauguración para presentarnos su libro “Olor trementina”: son las memorias de su larga trayectoria artística. Son ya unas doscientas exposiciones, de las cuales una docena o más han sido en la Sala Rusiñol.
El Sr. Josep Mª Cadena conoce a Antonio vives Fierro también des de la legendaria Peña Punyalada. Según el crítico de arte, la regeneración forma parte del talante de Vives Fierro: «¡Siempre se ha ido regenerando!». Y, precisamente hoy, «él ha hecho colada: ahora está haciendo “Ropa tendida”». En efecto, en la Sala Rusiñol —además de los cuadros en las paredes— podemos ver también dibujos que cuelgan de una cuerda, sostenidos por las típicas pinzas caseras de tender ropa.
En relación a los monigotes que vemos en la mayor parte de los cuadros de “Ropa tendida”: «Los personajes que se describen —unos pequeños seres que, a pesar de la poca edad que aparentan, no sólo visten y actúan como personas adultas, sino que, con socarronería y sentido heroico, saben enjuiciar el ambiente en el que crecen— son alegorías y referencias de la sociedad civil en la que todos nos encontramos inmersos al mismo tiempo que protagonistas» (de los escritos de Josep Mª Cadena).
Antoni Vives Fierro nos habla de sus memorias: “Olor a trementina”. Dice que quizá se precipitó un poco ya que, desde hace cuatro años, han pasado muchas cosas, con gran rapidez y no siempre positivas. No obstante, en el fondo, se alegra de haber escrito antes de estos últimos años: de otro modo el libro hubiese tenido un tono más dramático. «He estado dos años escribiendo, como si fueran dos años sabáticos “mentales”. He vivido la gimnasia de ir recordando gente y cosas. Lo he redactado de memoria, de manera espontánea. He hecho presentaciones ligadas a exposiciones. Acompaña a mi obra, que ha ido evolucionando». .
Entre el público hay quien reconoce que le cuesta familiarizarse con esta evolución del artista desde los paisajes urbanos hasta los monigotes. Por esto vuelve a salir el tema de las ciudades: «Ahora sólo viajo a París. Pero la ciudad con la que he gozado más pintando es la Habana. ¡Ya sólo bajar del avión!». Más que las paredes, sobre todo le cautivó el talante de la gente de allí… También los muñecos han sido tema de preguntas: «Parecen figuras más bien infantiles, pero en realidad son una especie de “monstruitos”: pueden tener un carácter más simpático o más agrio. Me han permitido expresarme con libertad».
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