Cerramos nuestra 30ª temporada con Abel Florido. Él ya había expuesto en la Sala Rusiñol en una colectiva de hace año y medio. La de hoy es su primera exposición individual con nosotros. “La ciudad en blanco y negro” describe muy bien el tema de esta muestra: la ciudad en cuestión es Barcelona —aunque Abel ha trabajado otras— pero con una visión muy peculiar…
El blanco y el negro caracterizan las escenas. Se trata de imágenes emblemáticas de la ciudad, plasmadas en su pura cotidianeidad: ¡en blanco y negro! Ahora bien, las escenas están salpicadas con “toques” de colores muy vivos (rojo, amarillo y azul). Semáforos, taxis, autobuses urbanos… son la ocasión para la integración de estas notas de color dentro del cuadro general de la cotidianeidad en blanco y negro.
El Sr. Josep Mª Cadena resalta la sensación de dinamismo que transmiten los cuadros del artista: con el blanco y el negro parece como si Abel estuviera haciendo fotos de lugares singulares de Barcelona: las galerías Vinçon, la Casa de les Punxes… Pero no lo son, no son escenas estáticas, sino que ahí vemos movimiento, dinamismo: el taxi que se mueve, la gente que va arriba y abajo… Son cuadros que representan vida: en concreto, la vida cotidiana de la ciudad.
«Perteneciente a una nueva promoción de pintores barceloneses, Abel Florido (Barcelona, 1963), a través de un trazo espontáneo pero seguro y un uso dinámico de los encuadres, aporta una visión fresca y directa sobre las principales arterias de la capital catalana y sus viandantes. La Rambla y el emblemático Café de la Ópera, la Diagonal y la Casa de les Punxes, el paseo de Gracia y la Pedrera, y otros elementos urbanos como son los taxis negros y amarillos, las entradas de metro y los ciclistas, aparecen representados con tanto acierto que nos permiten sentirnos inmersos en medio del ajetreo ciudadano» (de la reseña de Josep Mª Cadena).
En la entrevista-perfil “4 apuntes de… Abel Florido”, el pintor nos relata cómo surgió su peculiar estilo: «Mi estilo de pintura es una especia de neo pop-art. Es una re-invención. En realidad, yo quería hacer una cosa muy distinta… Pero experimenté un cambio repentino: era en verano y estaba haciendo la siesta. Cuando me desperté decidí pintar personas en blanco y negro. ¡Fui al estudio y lo hice! Allí entendí también que era necesario añadir un color: el rojo, básicamente, aunque también —pero no tanto— el amarillo y el azul».
Algunas preguntas. —Vives en la naturaleza, en Berga, pero pintas la ciudad. ¿Cómo es eso? —Cuando vivía en Barcelona yo ya pintaba. Aunque ahora vivo fuera, recuerdo la ciudad, me interesa el ambiente cotidiano dentro de la ciudad y, de hecho, bajo frecuentemente a Barcelona. —¿Por qué estas “manchas” de color en medio del blanco y del negro? —De cuando en cuando introduzco el color: es para poner puntos de interés. Sobre todo pongo el rojo porque le da fuerza al cuadro. ¡El color ayuda a plasmar la actividad! —La ciudad aparece viva, ¿cómo lo consigues? —Me sale así. A veces me ayudan las sombras: ¡si tú las quitas, entonces el cuadro ya no tiene movimiento!
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