PRAGA, 1958 Katerina Alavedra-Duchoslav

Reflexiva en la construcción de las obras, así como en la selección de los colores, pero a la vez amante de la experimentación en el original enfoque que da a sus obras.

Su estilo y temática son muy personales: temas urbanos checos, figura, bodegón o paisaje a veces casi geométricos, con colores vivos y cálidos.

BIOGRAFÍA

Finalizados sus estudios en Suiza (Basilea), en la Escuela Superior de Comercio y la Kunstgewerbeschule, deja de lado el arte y trabaja en el sector comercial y de traducción.

Después de un forzoso exilio político en Suiza en 1968 y ya una vez casada, se traslada a vivir a Sant Cugat y es aquí donde reencuentra lo que durante tanto tiempo le faltó: el Arte y la pintura.

En 1998, durante la entrega del premio Nacional de Cataluña al entonces presidente de la República Checa, a quien Katerina traducía, y en presencia del presidente Pujol, Miquel Roca y Baltasar Porcel, este último se interesó por su pintura, lo que la animó a presentar su obra al público.

En la Escuela Municipal de Arte de Sant Cugat conectó rápidamente con otros artistas y profesores, y después de un corto periodo de reflexión, inaugura su primera exposición individual en 1999 en la que siguieron las exposiciones en el extranjero.

Ha obtenido diveros premios de pintura y ha participado en programas de TV en Cataluña y la República Checa.

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV «EN ESENCIA»

por Imma Pueyo, historiadora y crítica de arte

A finales de este verano 2023 tan caluroso, la Sala Rusiñol inaugura una nueva temporada artística gracias al esfuerzo y el entusiasmo por el arte de Ignasi Cabanas, de Victoria y de Carme. El calendario de exposiciones lo inicia la pintora Katerina Alavedra-Duchoslav, siendo ésta la sexta vez que exhibe su obra en este espacio.

En el trabajo artístico de Katerina Alavedra-Duchoslav observaremos, a grandes rasgos, dos temas: el paisaje urbano y la naturaleza. El aspecto urbano lo centra en dos territorios: Chequia y Cataluña y no duda en destacar Praga principalmente, Barcelona y Sant Cugat. En esta exposición, los paisajes checos, catalanes y las composiciones con elementos naturales son objeto de su estudio que ha conectado con el título: En esencia. En esencia, da a entender el conjunto de propiedades de un objeto que le hacen ser lo que es y también puede expresar las distintas condiciones de identidad. En esta línea a Praga se le designa un conjunto de propiedades histórico-artísticas con otras cercanas a nivel emotivo, sentimental que conectan con la infancia y la juventud de la pintora. En Barcelona y Sant Cugat establece un conjunto de propiedades funcionales como ser el espacio de pertenencia, cercano físicamente, es el lugar donde pasea, donde reside.

El amor que Katerina Alavedra-Duchoslav siente por Praga, la ciudad en la que nació, se manifiesta cuando selecciona sus edificios singulares y su patrimonio arquitectónico excepcional que la caracteriza. La artista destaca las construcciones y lugares más representativos, el puente Carlos, la catedral, las plazas del centro, la torre de Malá Strana, los alrededores junto al río Moldava. La ciudad está representada desde arriba como en un vuelo de pájaro migratorio, ahora lo llamaríamos desde un dron, visualizándola ordenada geométricamente, como un conjunto de piezas que se pueden encajar. Katerina ofrece al espectador de la obra una forma de ver la ciudad y desde diferentes puntos de vista.

De Barcelona opta por destacar un enclave emblemático como el Paseo de Gracia. El punto de referencia de la perspectiva para contemplar la ciudad es desde arriba, desde un espacio de ocio interior, frente a un reloj que de forma simbólica representa tanto el paso del tiempo como el de descanso, de calma. El externo y el interno se manifiestan también en los temas en torno a la naturaleza: el paisaje de Sant Cugat y las composiciones con flores o paisajes de interiores. Destacaríamos que la esencia, la seña de identidad es expresar la intimidad, el espacio personal delicado, ordenado con objetos seleccionados. Un tema en el que Katia realiza una síntesis figurativa de sensaciones ordenadas muy libre y representativa de su talante.

El proceso pictórico de Katerina Alavedra-Duchoslav es laborioso: sobre una base realizada con acrílico procede a plasmar el trazo continuo que describe los elementos, compone y estructura el tema. A continuación, la pintora aplica manchas de color con un procedimiento pictórico muy peculiar y personalizado que caracteriza su estilo. La técnica genera una estructura de líneas cruzadas que unidas al hábil control del espacio y la manipulación de los planos de color, acrecientan la visión de orden y equilibrio en el conjunto. En todas las obras se respira una atmósfera nítida donde los efectos volumétricos encajan en un urbanismo de perspectivas y calles envueltas con la luz centroeuropea matizada, distinta a la mediterránea.

La obra acoge las sensaciones que intervienen en la imaginación de la artista, el tiempo simbólico de las emociones, el espacio físico de pertenencia a un sitio, el espacio personal y todos juntos configuran el concepto en esencia. Un bravo por Katerina Alavedra-Duchoslav. Hay que admirar su capacidad de trabajo y éste seguir reflexionando en su trabajo en curso.

UN ARTE PICTÓRICO ARQUITECTÓNICAMENTE COMUNICATIVO

por Josep M. Cadena

La pintura de Katerina Alavedra Duchoslav, artista checa por origen, suiza de adopción y santcugatense por matrimonio y residencia, es tan sólida, equilibrada y armoniosa como las plazas, casas y espacios íntimos que representa. En los años 2014 y 2015 tuve la oportunidad de hablar y escribir en referencia a la misma respecto a las exposi- ciones que la autora hizo en esta misma Sala Rusiñol a la que nuevamente vuelve. En- tonces destaqué su innegable aptitud creativa a la vez que la sinceridad de sus emociones. Ahora contemplo una vez más las evocaciones de la vida colectiva en las ciudades centroeuropeas -en las calles, en los cafés, en las terrazas, a la orilla de los ríos que atraviesan los núcleos urbanos-, hay que recordar que la pintora nació en Praga en 1958, y reencuentro la serenidad de unas imágenes que seguramente co- nectan con la niñez y la juventud de la pintora.

En la exposición, las vistas de la ciudad donde nació Kafka, incluído el café que lleva el nombre del compositor Smetana, se combinan con cuadros donde aparecen las bar- celonesas plazas Real y del Pi, así como una perspectiva de la Punta de Sitges, y es que nuestra artista sabe entrelazar paisajes checos y catalanes mediante el elemento común de la civilidad, a través de la reivindicación de la calle como ágora pública donde los ciudadanos se interralacionan y hacen vida bajo el principio del respeto mútuo.

Pero si la pintora atiende el ámbito colectivo, no por ello descuida el rincón de la priva- cidad, el lugar donde podemos ser nosotros mismos sin que la presión de los demás condicione nuestro comportamiento e incluso nuestro pensamiento. Los cuadros exal- tan el espacio íntimo, y vemos la mecedora donde, mecidos por el cadencioso y dulce movimiento, podemos llevar a cabo la importante tarea de la reflexión, mientras quizás dejamos descansar la vista en el dibujo de las baldosas de un suelo hidráulico y nos llega el olor de una flor de interior.

En la tela, Katerina se entrega plenamente, con la generosidad del artista plástico que sabe entender lo que ve y que siente la necesidad de compartirlo con los demás; apro- vechemos para disfrutar también nosotros de las verdades que ella ha sabido alcanzar.

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PERSISTENCIA Y PROGRESO DE KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

por Josep M. Cadena

De acuerdo con lo establecido en una vieja tradición -los que ya tenemos una cierta edad la recordamos como si fuera de siempre-, una vez pasado el verano, con sus calores y la diáspora de los cambios temporales de residencia, se inaugura una nueva temporada artística. Lo celebro, ya que la continuidad en las buenas costumbres -como los que tratan de reforzar los lazos entre todos los que amamos las artes plásticas- siempre es conveniente, y más aún en una época como ésta, afectada por fuertes turbulencias que afortunadamente, según nos dicen los que saben, empiezan a amainar.

De ahí que la Sala Rusiñol abre su calendario de exposiciones 2014-2015, y la pintora Katerina Alavedra-Duchoslav -que nos dejó un muy buen recuerdo cuando, creo que fue en 2002 ?, ya nos presentó su primera exposición en esta sala, una muestra titulada del sentimiento, en la que evidenció su innegable aptitud creativa, junto con la sinceridad de sus emociones- es la encargada de iniciar una nueva etapa más.

La obra expuesta de Katerina Alavedra-Duchoslav nos ofrece un buen testimonio de constancia dentro de la vocación y de perfeccionamiento en las formas expresivas. De esta manera nos demuestra que, independientemente de las circunstancias que nos afecten en las actividades profesionales -Pintar y practicar las artes en general también es una profesión- y de las decisiones privadas en las que todo el mundo tiene perfecto derecho, hay que ser terco y mantener -se firme en las propias maneras de ser. Y eso es lo que hace esta artista persistente en proyectar sus amplias capacidades para entender su entorno original -aquel en el que se formó su rica y atractiva personalidad plástica- y plasmarlo mediante, tal como ella define con acierto , los colores de su vida.

Vida propia, pero también vida colectiva es la que encontramos en los cuadros que ahora presenta Katerina Alavedra-Duchoslav, residenciada desde hace años en Sant Cugat por razones familiares, que sabe evocar con su obra arraigada en ciudades del centro de Europa representadas por cafés, azoteas y músicas en la calle, un sentido constructivo de vida en común reivindicador del respeto que cada persona merece por sí misma y del prójimo.

Con estos cuadros, hijos de la vocación, defendidos por la permanencia activa de los sentimientos, Katerina Alavedra-Duchoslav acierta de nuevo como persona que pinta para ella misma y para todos nosotros. Buen comienzo de temporada.

GLOBAL Y CADA VEZ MÁS AMPLIO SENTIMIENTO EN LA PINTURA DE KATERINA

por Josep M. Cadena

Katerina, nacida en Praga, estudió comercio sin dejar de sentir el impulso hacia el arte plástico, que le venía muy niña. En su país de origen se diplomó en artes plásticas en una importante escuela y en 1982 se trasladó a vivir entre nosotros y continuó sus estudios en la Escuela Municipal de Arte de Sant Cugat del Vallès. Casada, adoptó el nombre del marido y por eso es más conocida como Katerina Alavedra, aunque ella cuida de añadir detrás, con un discreto guión, su originario apellido de Duchoslav. Toda una serie de cambios para esta catalano-checo-suiza, que para su arte han significado un notable enriquecimiento cultural y de carácter plástico, pues una virtud innata en ella y bien visible en su obra, es que sabe recoger diversidad de sensaciones que le llegan de fuera y que transforma en una proyección pictórica muy personal.

La presencia pública de Katerina Alavedra-Duchoslav -Poner el nombre completo, pero aviso que volveré al más familiar y simple de Katerina cuando crea que el mismo nos permite acercarnos con más sensibilidad a su obra- empezó con buen pie. Es decir, con dos primeros premios: el obtenido en 1997 en el undécimo Concurso de Pintura Sanvisens en Sitges y en el también undécimo Concurso de Pintura Rápida Francisco Cabanas Alibau, celebrado en 1998 en Sant Cugat. Después se produjeron, con éxito ante jurados públicos, otras participaciones en concursos y diversas exposiciones personales, que también tuvieron buena acogida. Pero considero que debo fijarme con especial atención en sus dos primeros premios, que la hicieron destacar entre diversidad de concursantes tan animosos y con voluntad de triunfo como ella, los cuales, con sus obras demostraron amplias capacidades creativas. Fueron confrontaciones duras y en las que participó con sincera voluntad de saber si todo lo que sentía en su interior podía ser compartido por otros.

De hecho, cuando expuso individualmente su obra en 2002 en esta misma sala, tituló la muestra con la frase Del sentimiento, para expresar que no tenía ningún tipo de reserva ante el público, en gran medida desconocido, ya que su voluntad era transmitir lo que sentía cuando avanzaba por el camino de la equilibrada belleza y los bien estructurados sentimientos que siempre le han producido un intenso gozo cuando los expresa en sus obres.Tant Ramon Sanvisens Marfull como Miquel Cabanas Alibau -barcelonins ambos por los hechos de nacimiento , pero con amplias curiosidades estilísticas que siempre buscaban intensos y nuevos efectos a la luz natural-fueron vocacionalmente pintores. Sanvisens, volcado hacia el Mediterráneo y con espíritu emprendedor, realizó su amplia y estimulante obra con un buen maridaje con la docencia activa, mientras que Cabanas Alibau, más retraído y residente permanente en Sant Cugat, trabajó en medio de un modesto silencio que consideraba necesario para obtener el constante progreso en su muy personal obra. De los dos y de lo que representaban en el progreso personal, participaría Katerina, reflexiva en la construcción de las obras, así como en la selección de los colores, pero a la vez amante de la experimentación en el original enfoque que da a sus obras y en la dinámica plástica que las mismas, serenas y bien establecidas, tienen en su dinámica vida.

Katerina es una pintora abierta al mundo ya los cambios. Me atrevo a decir que es global, sin que por ello se deje seguir por lo que le llega de nuevo, sino que sabe darle el lugar estético que le corresponde. Mira hacia delante, pero siempre recuerda lo que tenemos detrás y avanza hacia el progreso. Un progreso que, en el caso de su pintura, es evidente y no se detiene.

Exposiciones

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

«EN ESENCIA»

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

«EVOLUTION 1999-2019»

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

«LES COULEURS DE MA VIE»

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

«NOSTALGIA?»

KATERINA ALAVEDRA-DUCHOSLAV

«VUELTA A LOS LUGARES SOÑADOS»