UTRERA, 1960 Tenorio
Tiene el acierto de saber expresar con su pintura los sentimientos que nacen de la realidad y hacia el mundo de los sueños y de las interpretaciones.
De sus viajes recoge partituras, cartas, manuscritos antiguos y prensa que después formarán parte de los collages que caracterizan sus trabajos.
BIOGRAFÍA
Nacido en Utrera (Sevilla) en 1960, y de formación autodidacta, desde pequeño participa en concursos de pintura rápida y completa su formación en la Academia de dibujo y pintura de Carmen Sala, en Molins de Rei. Su trayectoria profesional se ha visto recompensada con varios premios en certámenes de pintura. Ha realizado exposiciones tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Gran parte de su obra se encuentra catalogada.
De sus viajes recoge partituras, cartas, manuscritos antiguos y prensa que después formarán parte de los collages que caracterizan sus trabajos. También carteles de películas, con lo que suma su afición al cine con los paisajes urbanos que visita. La gran fuerza expresiva que caracteriza la obra de Tenorio, unida a un buen uso de la técnica, le ha permitido una dicción personal ante la que el espectador no sabe si admirar la composición, el dibujo o el color, o bien rendirse ante la perfección del collage, convertido en un color además de su paleta.
Un conjunto de temas urbanos arquitectónicamente resueltos, exponentes de una pintura donde el sentimiento no queda ignorado, vibran cada pincelada en los densos cortes de la espátula y vibran, aunque, en la presencia humana que, no obstante su ausencia, s adivina en su pintura.
JUAN TENORIO
por Ricardo Campos
Trampas de colores donde se detiene el tiempo y Tenorio inocula el preciso movimiento para que los edificios precisamente jueguen a ser personas, y las personas intenten ser habitantes, los habitantes se desprendan de sus sombras y las sombras cambien la luz, ante la mirada fugitiva del cautivo espectador, que sigue el cadente compás de miles de ciudades con música de fondo, impregnadas de partituras y cartas de amor.
Trampas inocentes sin más, donde la magia del “collage” te puede transportar de forma infantil montado en un pincel a una casa de muñecas con vistas a Times Square.
A tomarte un Cinzano en la Plaza Real.
A leerte La Vanguardia en el Florián.
O pasar a través de un guiño de Puccini al jazz.
Un Tenorio de firma roja.
LAS CIUDADES HUMANAS DE JUAN TENORIO
por Josep M. Cadena
Juan Antonio Tenorio es un artista global que viaja constantemente y nos transmite sus visiones y reflexiones mediante el dominio del pincel y la fuerza del color. Su interés son las ciudades, donde la vida humana hierve y el progreso, como mínimo tecnológico, que no parece tener fin, avanza a una velocidad cada vez mayor, sin que tal vez no haya mucha conciencia de hacia dónde nos dirigimos.
Del mismo modo que hay pintores fascinados por la Naturaleza, donde tienen cabida los árboles que apuntan hacia el cielo y las aguas de los mares, los lagos y los ríos, nuestro autor prefiere los inmensos rascacielos de cemento y acero y el asfalto que en los días de lluvia refleja el paso incesante de los coches que circulan por encima.
La luz, el color y el movimiento por fuerza seducen al pintor, y estos elementos se encuentran intensamente presentes en los anuncios que cuelgan de las paredes de los edificios, como los frutos llamativos que se balancean en las ramas de los árboles, aunque en este caso no se trata de atraer pájaros sino la atención del peatón y potencial consumidor. Estos paneles publicitarios pueden reflejar tanto una lata de Coca-Cola como la noticia de una representación teatral o de una exposición de pintura, y seremos nosotros quienes nos tendremos que decantar por la satisfacción superficial o por el alimento del espíritu.
El pintor nos muestra el ruido de la más puntera de las ciudades, Nueva York, donde se percibe la vivencia de la tensión constante, pero también nos ofrece la calma repuesta de Cadaqués, donde las casas blancas del núcleo histórico parecen conversar con las barcas de pescadores mecidas por el agua. Y también vemos la plaza Real de Barcelona, con mesas paradas a sus porches, preparadas para acoger encuentros de comensales que podrán comer, beber y charlar cerca de las palmeras que sugieren parajes tropicales.
En los cuadros de Juan Antonio Tenorio apreciamos escenas de ciudades reconocibles para nosotros, tanto porque hemos estado o porque hemos visto imágenes, pero gracias a la maestría pictórico del artista ahora podemos contemplar de nuevo en unas obras que captan y evocan magníficamente el espíritu y la atmósfera de estas urbes.
TENORIO Y LA AMPLITUD DEL PENSAMIENTO PICTÓRICO
por Josep M. Cadena
Juan Antonio Tenorio tiene el acierto de saber expresar con su pintura, hecha de línea y de color, descriptiva de unos hechos y de unos lugares concretos que ha visto y ha oído a lo largo de sus viajes, los sentimientos que nacen de la realidad y hacia el mundo de los sueños y de las interpretaciones. Guarda sensaciones, pero también diversidad de testimonios materiales que luego, en el momento de ponerse delante de la tela para crear con las formas, emergen y se hacen elementos imprescindibles de cada cuadro.
Los collages son importantes en sus cuadros. Pero no como fórmulas complementarias en relación a unas estructuras, sino por ellos mismos, por lo que sugieren. Persona imaginativa y que se ha hecho a sí mismo, gracias a su gran curiosidad creativa en relación a todo lo que le rodea, ha establecido conceptos que, aparentemente dispersos en sus orígenes, después encajan en las composiciones generales. Hay que mirar con atención todo lo que nos dice, ya que nada de lo que expresa por medio de un discurso plástico que, en principio, se encuentra centrado en un tema, sin dejar las raíces, crece y se ramifica en diversidad de situaciones. Son sus, como es natural, pero tienen mucho que ver con nuestra acción colectiva, porque son hijas de impulsos comerciales, de noticias informativas, de rótulos y de luces que hacen intencionadas parpadea para llamar nuestra atención como ciudadanos de un país y de unos determinantes momentos que hemos compartido sin quizás saberlo, puesto en nuestras cosas, sin pensar que también eran los demás.
La pintura de Tenorio es, a la vez, activa en el pensamiento y equililibrada en las formas. Construye con armonía entre los temas y su entorno, pero sabe salir de todo lo que pudiera parecer encorsetamiento. Tiene la virtud de ser libre y de mantenerse en esta posición, aunque sabe bien de las limitaciones que cada persona pone a otros en nombre de los intereses colectivos. Usar la fantasía a partir de la realidad, ya que sabe que desde la misma es libre para construir unos mundos en los que las ideas son mucho más sólidas y atractivas que las realizaciones materiales.
Un campo de trigo o de cebada -invento el ejemplo, ya que es muy posible en su manera de expresarse se- puede llevar a Tenorio a pensar en las olas del mar y hacer que éstas avancen en un instante por un paisaje de interior, en el que hay diversidad de cosas. Combina con acierto los colores, pero también los impulsos del pensamiento. Consigue que el mismo tenga la plenitud que, en el fondo, pide la plástica.