BARCELONA, 1954 Víctor Pedra

Reivindica un paradís que no gaudim a causa de les nostres pròpies incapacitats.

El universo pictórico de Victor Piedra es onírico y profundamente simbólico.

EL PARAÍSO LÚDICO DE VÍCTOR PEDRA

por Josep M. Cadena

La Sala Rusiñol de Sant Cugat ha escogido al pintor y escultor Victor Pedra (Barcelona, ​​1955) para inaugurar el año 2017, un artista sentimental a la vez que irónico que identifica correctamente el mundo en que vivimos como una gran pista de circo donde todos nosotros nos vemos obligados a ejecutar difíciles ejercicios de malabarismo. Bajo la carpa de anchas franjas de color coronada por banderolas, hay que esforzarse en subir peldaño a peldaño varias escalas en busca de la cima, es necesario que ninguna de los bolos que mantenemos en movimiento al aire caiga, pues causaría un estruendo, y sobre todo, estemos caminando sobre una cuerda floja o arriba de un monociclo, es indispensable que no perdamos un equilibrio que no siempre es fácil de conservar.

Las mujeres de Pedra tienen aires cubistas, curvas contundentes y pechos triangulares. A menudo ocupan gran parte del lienzo y aparecen gigantescas respecto a otros elementos representados, y es normal que así sea porque lo trascendente impone su presencia. Son figuras femeninas que en su hieratismo y elegante sencillez nos recuerdan a las hijas de los reyes de la Arcadia feliz, en la antigua Grecia, aquellas que guardaban el ganado y que, inocentes en sus desnudeces, cautivaban a los dioses y los Impel · lían a abandonar el Olimpo para, transfigurados en hombres o animales, intentar seducirlas.

El universo pictórico de Victor Piedra es onírico y profundamente simbólico. Él reivindica un paraíso que no disfrutamos debido a nuestras propias incapacidades, quizá porque todavía no hemos conseguido que el caballo picassiano pueda parar de relinchar contra los horrores de la guerra y se dedique simplemente a correr y amasar en libertad. El artista asocia ese otro mundo al que no debemos renunciar con la Naturaleza. El sol proporciona la mejor calor que hay tras las caricias humanas, las palmeras nos otorgan su sombra, la lluvia apaga nuestra sed y las peras y las cerezas nos ofrecen su dulzura. A la vez, ríos y mares nos invitan al viaje; aunque, si sabemos usar la imaginación, no necesitaremos movernos y nos bastará con un barco de papel para ir a todas partes.

Estrenamos 2017, y encuentro muy adecuado que la Sala lo celebre con una exposición de Víctor Pedra, pues este autor, a su excelente categoría artística, une la demanda de una sociedad mejor. Ojalá este año nos acerquemos un poco más!

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VÍCTOR PEDRA

«UN CANTO A LA VIDA»