“El arte de sacudirse la crisis con el Arte” es la sección que recoge nuestros diálogos con Joseph Hostench, asesor de estrategia. Los temas (economía, crisis, consumismo, ahorro, inversión en Arte, etc.) son abordados espontáneamente, al hilo de nuestras preguntas.
Sala Rusiñol: Hoy, 30 de septiembre aprovechamos para actualizarnos después de… ¿Dónde y cómo estamos? ¿Qué nos recomiendas?
Joseph Hostench: Europa se recupera; España se desespera.
¿Eso?
En el Estado español, después de bastantes meses de recesión, la actividad económica creció positivamente durante los dos primeros trimestres del 2010. Es decir, se confirma el cambio de tendencia. Os he traído un gráfico digitalizado: una imagen vale más que mil palabras. Pero quedan densas sombras por disipar.
Entonces, ¿”la desesperación”?
La incipiente recuperación está seriamente amenazada por la falta de ajuste del sector público y por la urgente necesidad de reformas estructurales. ¡Ahí es donde le duele! Vivimos en un país de “viva la Pepa” y el Estado ya pagará.
¡Hombre!, ¡pues ya nos hemos ajustado mucho!
Sí, sí, el sector privado, a base de regulaciones de empleo, congelaciones salariales, cierres de empresas… se ha “ajustado”. Pero por ahí la fiesta continúa…
¿Quién está de fiesta?
La ciudadanía en general, las instituciones públicas en particular. El país necesita “reformas”, pero antes que nada necesita una reforma mental y moral. Muchos no se han enterado de que “uno más uno es igual a dos”. Llevamos una empanada mental monumental.
¡A ver!
Somos una panda de vivales; nadie quiere oír hablar de reformas y nadie está dispuesto a renunciar a nada. Y, lo siento mucho, pero no se puede alargar el brazo más que la manga. No me cansaré de repetirlo. Una sociedad mentirosa y derrochadora no tiene futuro. ¡Es inviable! ¡Es insostenible!
¿Y la huelga general de ayer?
Mientras algunos la celebran como un gran éxito (¿?), hoy la agencia internacional Moody’s ya ha rebajado un escalón la deuda soberana española. ¡Éxito total! ¡Felicidades!…
¿Qué significa eso?
Simple y llanamente: en Europa y en el resto del mundo se fían menos de nosotros. En consecuencia: será más difícil que desde otros países inviertan aquí; va a ser más caro pedir dinero prestado al extranjero.
Realmente, ¿hay para tanto?
A ver, vosotros mismos diréis: en julio el Estado español ya no podía pagar sus deudas; Europa nos rescata y nos presta dinero para sacarnos del agujero y, mientras tanto, hemos dedicado medio verano a montar una huelga general, con el enorme desgaste de recursos que eso supone, ambiente enrarecido, etc. Lo que necesitamos es trabajar, elevar la productividad y suscitar confianza. La dinámica del sistema económico no es sencilla, pues intervienen muchísimos factores; pero hay principios básicos inexorables: en el sistema económico también UNO más UNO es igual a DOS. Y estamos viviendo como si UNO más UNO fuera igual a CIEN. ¡Lo pagaremos caro! ¡Ya lo estamos pagando caro!: es la enorme resaca que todavía nos pesa después de la esperpéntica orgía que nos hemos montado unos y otros.
Sí, pero los trabajadores tienen derecho a hacer valer sus derechos
Dos cosas. Primera: yo también soy trabajador, y tú, y tú… Todos somos trabajadores. Ya es hora de que acabemos con este lenguaje pasado de rosca y decimonónico: los trabajadores y los empresarios; el pueblo y el gobierno… Eso es ridículo: Marx murió ya hace mucho tiempo. Todos somos trabajadores; y todos hemos de ser empresarios, por lo menos de nuestro propio patrimonio, de nuestra propia cultura… Todos somos pueblo, pero también todos debemos ser gobierno: gobernantes de la propia vida y recursos; gobernantes del propio país a través de los canales democráticos…
¿La segunda?
Sí, se me olvidaba. Hay modos y modos de influir en la sociedad, de presionar y reclamar. Lo que no tengo claro es que no trabajar e impedir que otros lo puedan hacer, ensuciar el ambiente (y las calles), hacer ruido y más ruido sean el modo más apropiado para generar justicia en un clima estable y sereno. Los inversores, ¡lógicamente!, son muy sensibles a eso. ¡Donde hay ruido, no hay inversión!
¿”Unos y otros”? Otras veces has dicho que “todos nos hemos equivocado”… ¿Todos?
Cuando un sistema cruje no es porque sí, ni es casualidad: en el mundo entero hemos mentido como cosacos y hemos gastado como locos. Al final, las burbujas explotan y… ¿qué es lo que queda? De eso ya hemos hablado.
La verdad es que es curioso que todos o casi todos hayamos caído en el espejismo…
Sí. Bueno, no: ¡no es tan curioso! Es la debilidad congénita que afecta al ser humano. Debilidad mental (porque apenas nos aclaramos unos y otros); debilidad moral (sucumbimos con enorme facilidad). Es un tema antropológico, incluso teológico.
¿?
Sí, antropológico: con nuestro sentido común no podemos más que reconocer y constatar que nos resulta fatigoso aprender, triunfar, convivir con los demás: queremos paz y discutimos; queremos trabajo, pero fácilmente nos escaqueamos… y un sinfín de incoherencias. No nos gusta ir apretados, pero nos despistamos y gastamos más de la cuenta sin darnos cuenta (¡valga la redundancia!). Queremos libertad y nos metemos en callejones sin salida. La vida es costosa, ¿o no?
Desde luego.
El misterio es por qué somos así. Es una pregunta -me parece a mí- que debe plantearse más allá del ámbito de la reflexión puramente fáctico-científico-experimental: la sociología, la historia, la etiología… pueden constatar (y no siempre) lo que hay del hombre. El por qué es así el hombre reclama una instancia de reflexión más sapiencial, más elevada o, incluso, más trascendente.
¡Vaya misterio!
¡Ahí está! Nuestra cultura -intoxicada por el cientifismo y por el “viva la Pepa”- ha perdido sensibilidad e interés por el misterio.
Pero la superstición está al cabo de la calle…
¡Por favor! Nada tiene que ver la superstición con el misterio. La superstición es una estupidez: es un creerse lo increíble y sin fundamento razonable. El misterio, en cambio, es algo muy importante: es lo real que no puedo tocar ni medir, pero que es realísimo. Es parte de la felicidad de nuestra vida. ¿Os imagináis cómo nos sentiríamos si todo se pudiera medir y calcular? ¿Podríamos soportarlo? ¿En qué pararía nuestra libertad?
Pero si no lo puedo tocar, ¿es real?
¡Pero, vamos a ver! Estamos en una galería de arte: no me digáis que no os suena lo del misterio, justo en un lugar donde hablamos y vendemos belleza, armonía, construcción en la convivencia… y esas cosas de las que siempre nos habla Cadena interpretando los cuadros de los pintores. A ver, ¿quién de vosotros podría mesurar realidades tan nuestras como son la vida, el amor, la paz, la belleza…? Son realidades de nuestra existencia y, sin embargo, no se dejan medir; las vivimos, pero no se dejan pesar…
Así que ¡la vida es un misterio!
¡Tú mismo! Ni siquiera está al alcance de nuestra mente explicar el origen del ser, ni el origen del mal. Sin embargo somos y, a la que nos descuidamos, somos bastante malos. Sorprendentemente (¡o no tan sorprendentemente!) todo este asunto es abordado por las diversas revelaciones de orden religioso transcendente. La tesis de la antropología sobrenatural cristiana es la del pecado original: un desorden moral en los orígenes de la Humanidad. Repito: es un asunto reconocido y abordado por las más diversas tradiciones religiosas, no solamente por el cristianismo. El origen de la Humanidad no nos es desconocido científicamente gracias a los análisis de los fósiles y del ADN, pero estos análisis no explican la “pachorra” social y moral en la que vivimos instalados.
¿Soluciones? ¿Qué tiene que ver eso con nosotros galeristas?
¡Carambas! El Arte expresa, transmite y enseña mucho, muchísimo. Su potencial civilizador, formativo es enorme. En su momento felicité al pintor Raffaelo Ossola. ¿Os acordáis? Él mismo explicó cómo había variado su trayectoria artística: desde una abstracción muy acusada derivó hacia una -podría decirse- “figuración alegórica”: las imágenes de sus cuadros pretenden transportarnos más allá de lo representado. Y lo más allá de lo representado, quizá, probablemente, seguramente es más real que lo representado…
¡No sabíamos que fuéramos tan importantes!
Pero, quizá, quizá lo más importante es que el Arte nos preserva de la “facto-manía”.
¿?
Sí, la manía de tener como real y válido SÓLO y SOLAMENTE lo fáctico, lo que se puede tocar. Cuando el ser humano y la sociedad caen en ello -una modalidad de materialismo- se vuelven metafísicamente más tontos. Así, sin más. Eso es buena parte de lo que nos ocurre.
¡Sorprendente! Aunque lo que más sorprende es que con el Arte podamos afrontar este “vicio”
¿Sorprendente? Pero, ¡hombre!: cuando vendéis un cuadro, ¿cómo lo valoráis? ¿Por su peso? ¿Por su tamaño?
¡Nooo!
¿Entonces?
Es difícil de decir, pero, en fin, es la cotización…
¡La cotización! ¿La cotización? ¿Cómo se mide la cotización? ¿Qué es lo que hace que se cotice una obra de arte?
Es difícil de decir. ¡No se puede decir! Son muchas cosas a la vez…
¿Difícil? Total, si se trata de un trozo de lienzo coloreado, con unas maderas que lo enmarcan, y poco más. Algo tan material como eso, ¿tan difícil de valorar resulta?
Es que no es algo puramente material, hay algo más, hay mucho más…
¡¡¡Correcto!!! Este “algo-mucho más” es lo que necesita nuestra sociedad. Adelante, adelante… En economía 1+1=2, pero en Arte 1+1 es “algo-mucho más” que 2, porque así es el misterio de la vida humana.
Otros capítulos de “El arte de sacudirse la crisis con el Arte”:
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